A Cristo le han dado el alta,
echaré de menos a ése bendito loco y su nueva faceta de filósofo agnóstico.
Todo gracias a la nueva medicación, hace unos meses estaba convencido de que era
Dios. Yo también la tomo, mi trastorno obsesivo compulsivo no ha desaparecido, pero
ha mutado en una insana obsesión por fumar en pipa y los enigmas. Por eso estoy
aquí, agazapado entre los archivos del buen doctor, indagando.
La medicación de Cristo; cincuenta
miligramos diarios de literatura de Nietzsche
en cenizas, formato aspirina. La mía; quinientos miligramos de Arthur Conan Doyle. Elemental…