viernes, 27 de julio de 2012

Madera vieja, madera sabia


Yo vi crecer a tu abuelo, mucho antes de que aire se volviera irrespirable y los ríos cicatrices.

No muy lejos de aquí se conocieron tus padres, juntos compartimos momentos inolvidables, sus risas rompían la quietud de este bosque milenario. ¿Cuándo os daréis cuenta? Los campos de naturaleza domesticada que llenan el horizonte morirán de inanición, y los siguientes seréis vosotros, ¿es que no lo veis? Habéis malvendido vuestro futuro y el de vuestros hijos.

Si supieras los secretos que se esconden bajo la sombra de las hojas que te rodean. La energía limpia que lleváis años buscando está aquí mismo, a tu alrededor. Las criaturas que desahuciáis sin ningún reparo, podrían daros clases de reutilización de recursos, bioenergía y sociología. Pero aunque oís, no escucháis. Miráis pero no veis. Hace ya tanto que no sentís, que no entiendo cómo podéis siquiera afrontar un nuevo día. Si tan solo pudiera haceros ver, si tan solo podría hacer que me escucharás…

- Aquí hace un calor infernal. Engancha la pinza de una maldita vez y vayamos a casa. Tengo ganas de pillar una buena curda. ¡Se puede saber qué haces mirando ése árbol como un pasmarote! Aprisa, ese ejemplar debe pesar por lo menos treinta toneladas, sacaremos un buen pellizco. – Dijo el piloto del buldócer.

- Ya voy, ya voy.- Contestó. Una extraña sensación se adueñó de su voluntad por una fracción de segundo. Pasó las cadenas dando un abrazo a la enorme mole, antes de desprenderse dijo:

- Lo siento, de veras lo siento.-