Rutinariamente, intercambio sus
pulseras identificativas, están dormidos y no se percatan de nada, la mía
también entra en juego. Me quedo con la de un tal Ramón. Antes de poder leer su
ficha entra la enfermera.
-¿Señor Ramón?-
- Yo mismo- respondo.
-¿Y qué hace despierto? Venga,
prepárese que le toca entrar a quirófano. -
A mi edad y con las listas de
espera que hay, cualquier apaño que me hagan bueno es. Me quedo dormido con la
incertidumbre de qué me arreglarán esta vez.
Cuando despierto el cirujano me
recibe dándome la buena nueva.
- Enhorabuena Ramona, ha salido
todo bien.-