lunes, 16 de abril de 2012

Microrelato: Kuala Lu



El chamán abría la marcha hacia el jardín secreto, de su boca salían sonidos guturales intercalados con unos “chak chak” de lo más graciosos, aunque parecía hablar muy  en serio. El intérprete de aquel lenguaje, todavía sin catalogar, no encontraba palabras en nuestro limitado idioma para plasmar la realidad que me estaba describiendo, se quedó mirando mis botas y dijo:

-Dice que es tierra sagrada, que se descalce.- El chamán me golpeó en los pies, airado por la profanación de aquella capa de musgo. Al cabo de unos pasos tenía los pies llenos de cortes.

- Kuala Lu bendijo ésta tierra con sus lágrimas, y gracias a ellas nacieron las Bulas, las madres de todas las plantas.- La vegetación que nos rodeaba se cernía sobre nosotros, saludaba al chamán,  éste les devolvió el gesto y siguió su narración, sin saber cómo ya no necesitaba intérprete para entenderle. -Kuala Lu lloró por ver la tierra marrón y sin vida, por eso creó las Bulas. Y aquel que no respeta a las Bulas perece bajo su poder, dime hombre de ciudad, ¿respetáis vosotros a Kuala Lu?- Caí al suelo, pude reconocer siete clases de plantas altamente venenosas y alucinógenas antes de desmayarme.    

Microrelato: ¿Unas rayitas?


Estoy nervioso, me tiemblan las manos, es mi primera vez, mi primera raya. Será la primera de muchas otras, muchísimas, lo sé. Y el modelito que llevo ésta noche, cómo canta,  ¿qué diría mi padre?: – No te eduqué para eso.- O algo parecido. Pero bueno que más da, además de noche todos los gatos son pardos. Y con el parpadeo de esas luces cegadoras nadie se fija. Otra más, menudo subidón, hacía tiempo que no me sentía así de bien, vuelvo a ser dueño de mi destino, de mí mismo. No sé cuánto tiempo ha pasado, pero toca otra. Ahora me gustaría tener delante a mi suegra, se iba a enterar, la iba a poner en su sitio. Diciendo siempre que nunca llegaría a ser nadie. Veo a una chati que está tremenda, le grito: ¡Guapa!, le diría algo más pero toca otra raya.

-¡Eh chaval!, no crees que deberías bajar un poco el ritmo. A este paso te vas a quedar sin pintura, y queda mucha carretera que pintar.- Dice el compañero de mantenimiento de autovías, se gira al conductor y le dice. – ¡Da gusto ver a un chaval con ganas de trabajar y no como otros que se pasan la noche metiéndose rayas! -