Le aseguró que allí la
encontraría. La biblioteca era una cordillera interminable de tomos olvidados e
historias huérfanas, todos los libros que alguna vez se hayan escrito y, por
prodigioso que pueda sonar, los que están por escribir. Ojeó escéptica al
principio, pero como suele suceder, se sumergió hasta casi quedar sin aliento
en pasiones y desdichas, teorías agnósticas
y místicas leyendas. Después de leer y releer todos y cada uno de los libros,
seguía sin encontrarla. Furiosa e indignada volvió con el falso oráculo. Lo encontró absorto
en la lectura de un volumen que le era desconocido. -Debe ser ése - pensó. Se
dirigió con paso firme hacia él y le exigió ver el libro. – Sí, aquí se
encuentra lo que andas buscando. Te lo entregaré gustoso, pero quiero algo a
cambio. Quiero que me entregues al ser
que crece en tu interior- le dijo señalando su incipiente vientre. Horrorizada
contempló como el sabio transmutaba en un ser diabólico. Intentó correr, pero
el terror la tenía presa. En el último instante se despertó. Torpemente se
dirigió al baño, frente al espejo se preguntó si realmente había perdido la
esperanza. Acarició su vientre y dijo, jamás.