miércoles, 7 de noviembre de 2012

Novena sinfonía.


Pequeños acordes se vislumbran al alba, discretos casi tímidos, podría parecer que se baten en retirada. Pero nada más lejos de la realidad, rompe la espesa bruma una poderosa declaración de intenciones, un ejército incontable de violines,  chelos y tambores, quiebra la quietud de la mañana como tormenta vengadora. El suelo tiembla, filas infinitas de batallones, pero solo es el principio. En la retaguardia el viento es domado por flautas y fagots, trompetas y trombones.  Ya el ejército está formado, guardan silencio. No puede haber una estrategia sin saber qué es capaz de hacer cada uno, cada batallón demuestra de lo que es capaz frente a los otros, desfiles de notas de menor a mayor, de mayor a menor, se superponen, se interponen y yuxtaponen en frenético y a la vez marcial baile. Después de un suave movimiento, como haciendo sitio, los instrumentos dejan paso a una voz. Al principio está sola, es profunda, llena de fe  y determinación. Al poco la escena se inflama con cientos de ecos que parece serán eternos. Y por si algún alma humana o divina pudiese permanecer impasible a la magnitud de tal muestra armamentística, se le unen los tibios instrumentos de madera, cuerda y metal, sabiéndose secundarios del prodigio teatral. En el centro de aquel océano de almas destaca una, la única a la que se le permite sucumbir a la pasión de tal exhibición. El incansable general marca el ritmo,  contenido a veces, frenético o alegre, sin él reinaría el caos.

Demasiado tarde, casi al final, la vergüenza del desatino, como quién tarde se percata de que se ha equivocado de casa y se despide esperando no haber causado demasiadas molestias, enmendando lo poco que puede mientras se repliega en presta retirada.

http://www.youtube.com/watch?v=tpGSzH0Wlls

domingo, 29 de julio de 2012

La princesa Patricia


Patricia despertó aquella mañana como tantas otras, con el príncipe del reino de los sueños incapaz de dejarla marchar, siempre igual, se abrazaba a ella en un vano intento de arrastrarla de nuevo a la cama, pretendiendo que compartiera con él su corona intangible, era un personaje de lo más insistente e irritable. Consiguió deshacerse de él, tras frotarse la cara enérgicamente en la pica laboriosamente trabajada que adornaba su dormitorio. La preciosa asistenta elfa apareció presta para ayudarla a vestirse y asearse, como no podría ser de otra manera teniendo en cuenta su noble linaje. Ella era la princesa Patricia, conocida en el ancho mundo por sus habilidades mágicas y su extraordinaria belleza.

Una vez vestida, se dirigió acompañada de su inseparable asistenta al comedor. Allí le esperaba un maravilloso banquete preparado por los mejores chefs. Huevos de fénix, leche de hipogrifo y las frutas más dulces y exóticas, recogidas una a una por sus fieles sirvientes. Con el apetito saciado empezaba la ajetreada rutina de la princesa.

Se dirigieron a las cuadras, el carruaje real era tirado por un descomunal corcel color gris, adornado con el escudo del reino, cuatro anillos que representaban los cuatro pueblos libres de la alianza, aquella mañana irían al cuartel general. Su inigualable inteligencia, era un pilar irremplazable para la guerra contra los gigantes. Una vez allí se le informó de las novedades en la batalla, le encasquetaron la coraza en previsión de un ataque por sorpresa y le facilitaron los planes de batalla del día.

- Patricia es una niña muy guapa, ¿a que sí?- Dijo la profesora del colegio de educación especial, cerciorándose de que tuviese suficientes lápices para colorear los dibujos que la tendrían ocupada el resto de la mañana.

- A veces creo que vive en otro mundo, sabe usted. Dijo su madre a la profesora, mientras acariciaba la cabeza de su hija con dulzura.

-Sí, parece que a los autistas este se les queda pequeño.

FIN

viernes, 27 de julio de 2012

Madera vieja, madera sabia


Yo vi crecer a tu abuelo, mucho antes de que aire se volviera irrespirable y los ríos cicatrices.

No muy lejos de aquí se conocieron tus padres, juntos compartimos momentos inolvidables, sus risas rompían la quietud de este bosque milenario. ¿Cuándo os daréis cuenta? Los campos de naturaleza domesticada que llenan el horizonte morirán de inanición, y los siguientes seréis vosotros, ¿es que no lo veis? Habéis malvendido vuestro futuro y el de vuestros hijos.

Si supieras los secretos que se esconden bajo la sombra de las hojas que te rodean. La energía limpia que lleváis años buscando está aquí mismo, a tu alrededor. Las criaturas que desahuciáis sin ningún reparo, podrían daros clases de reutilización de recursos, bioenergía y sociología. Pero aunque oís, no escucháis. Miráis pero no veis. Hace ya tanto que no sentís, que no entiendo cómo podéis siquiera afrontar un nuevo día. Si tan solo pudiera haceros ver, si tan solo podría hacer que me escucharás…

- Aquí hace un calor infernal. Engancha la pinza de una maldita vez y vayamos a casa. Tengo ganas de pillar una buena curda. ¡Se puede saber qué haces mirando ése árbol como un pasmarote! Aprisa, ese ejemplar debe pesar por lo menos treinta toneladas, sacaremos un buen pellizco. – Dijo el piloto del buldócer.

- Ya voy, ya voy.- Contestó. Una extraña sensación se adueñó de su voluntad por una fracción de segundo. Pasó las cadenas dando un abrazo a la enorme mole, antes de desprenderse dijo:

- Lo siento, de veras lo siento.-

                                                                               

jueves, 21 de junio de 2012

Cat`s game "en Ruso"

Щенок продвигался вперед пригнувшись, стараясь имитировать
несуществующие сорняки на крыше. Внезапно,  в какую-то  долю мига,
оттолкнувшись задними ногами, он яростно атакует неподвижный комочек,
толкая его своими крошечными когтями, прыгая на него, кусая и
подбрасывая его в воздух, чтобы поймать его еще раз и весело
продолжать свою игру. Родители птенца безропотно наблюдают за сценой.

lunes, 11 de junio de 2012

Microrelato: El maquinista


Hijos que vuelven al hogar y serán recibidos con auténtica dicha por aquéllos que les dieron la vida. Corazones agonizantes que como polos opuestos de un imán, tomaron la decisión anti-natura de alejarse, sabiéndose incapaces de soportar la distancia. Almas invencibles en busca  de un nuevo comienzo. Trotamundos con una mochila como única compañera de viaje, sedientos de aventuras. Niños que interrogan a sus padres; cuánto falta, y si la abuela hará su dulce favorito aquel año. Todos los días me levanto antes del alba para llevarlos a su destino. Hoy, tal vez, te lleve a ti.

lunes, 28 de mayo de 2012

Relato breve: Un día de calor


De vez en cuando ese gran astro colgado del cielo parece sublevarse contra su creador, ya sea un ser omnipotente o una peculiar amalgama de coincidencias astrofísicas, con el único propósito de complicarnos la existencia a los pobladores de ésta pequeña roca. Poco a poco, a traición diría, parece incrementar su termostato, como un chiquillo malicioso armado con una lupa, decidido a poner a prueba la resistencia térmica del caparazón de un insecto despistado. Hoy es uno de esos días.

No son ni las nueve de la mañana,  el calor  del estudio hace imposible que me concentre en la traducción de unos documentos al Alemán, que debo entregar mañana lunes. El ventilador no sirve de gran cosa, reviso que esté a la máxima potencia y el artilugio parece devolverme una mirada de impotencia. He degradado la camiseta a pañuelo con el que secarme el sudor,  termino la segunda botella de agua, en un vano intento de rehidratarme. Incapaz de soportar un instante más salgo a la terraza, me encuentro con mi novia tomando el primer café del día. Sugiere que vayamos a la playa. Me parece una idea espléndida.

No somos los únicos que han tenido la ocurrencia de buscar refugio al amparo de las olas. Armado con la nevera y el parasol me abro paso a duras penas entre un mar de gente medio desnuda. Las zapatillas no consiguen impedir que la arena  abrase la fina capa de piel que protege mis pies. Con un doloroso “Sprint” consigo conquistar uno de los últimos huecos libres y clavar victorioso nuestra bandera circular en el suelo. La desplego,  nuestros competidores, una familia lastrada por el lento paso de una anciana y varios niños, me observan con envidia y rencor mientras continúan su peregrinaje por aquel poblado desierto.

Una vez a cubierto de los lametazos del sol, saco los apuntes y continúo trabajando. Mi novia apenas cubierta por su bikini, entrega su cuerpo otrora virginal al despiadado astro, uniéndose al resto de devotos. No siento el menor reparo  por mi herejía, yo estoy fresquito y ellos se están cociendo en su propia piel, aunque no parecen darse cuenta ni  importarles lo más mínimo.

Pasan las horas, el suave murmullo de las olas se mezcla con los gritos de júbilo de unos adolescentes que luchan en la arena. Están rojos, cubiertos de sudor y arena, de tanto en tanto pactan una débil tregua para enfrentarse de nuevo con más energía. El contrapunto es una pareja de ancianos, están tan cerca que si alargara la mano casi podría tocarles. Leen tranquilos sendos volúmenes tan ajados como ellos mismos. Su piel es un pergamino quebrado por el correr de los años y los días al sol. Él se da cuenta que le observo y me dedica una amable sonrisa.  Observo sus ojos a través del cristal del vidrio de mis gafas, son enormes, negros y absurdamente saltones, le devuelvo el saludo y me concentro de nuevo en mi labor con una extraña sensación de desasosiego.

Mi novia vuelve del agua, me salpica juguetona y se inclina para darme un beso. Está salada, sabe como a pescado, tanto que casi me entran arcadas. Consigo reprimirlas justo antes de que se separe y ocupe su puesto a mi lado. Rebusco en la nevera algo que me libre de aquel sabor de boca. Elijo una cerveza helada, me recorre el cuerpo como un bálsamo, me entrego a la sensación y cierro los ojos. La calma dura poco, mi acompañante se sienta frente a mí y me invita a que le unte el cuerpo con protector solar. Obediente le empiezo a masajear la espalda, resiguiendo su columna con el movimiento circular de mis pulgares, mientras observo la escena que nos rodea.

Sigue habiendo mucha gente, los jóvenes que peleaban horas atrás, juegan a la pelota, pero sus movimientos son extraños y antinaturales. Sus cuerpos antes flexibles y atléticos se han vuelto torpes y lentos. Corren encorvados, no, no corren, saltan sobre la arena. Sus patadas no merecen dicho nombre, son más bien toques con los pies. Debe ser la distancia,  el alcohol y el calor,  o todo junto que nubla mis sentidos. Pues veo sus cabezas deformadas, largas y afiladas. Y los ojos, unos ojos que no son humanos. 

El tiempo se detiene, solo retoma su paso cuando mi novia me pregunta por qué paro de masajearle la espalda. Continúo con mi labor como un autómata, vigilando a los torpes mutantes pasarse la pelota. Una voz me hace volverme hacia los ancianos. – ¿Les importaría vigilarnos las cosas mientras mi señora y yo nos damos un chapuzón? – mi novia contesta por mí, al ver que no reacciono. – Por supuesto, vayan tranquilos.- Demasiado paralizado por el pánico para salir corriendo, observo como dos ejemplares de gamba, de tamaño humano, se dirigen saltando hacia el agua.

Cierro los ojos y lo achaco todo al estrés, últimamente trabajo demasiado. Haciendo un esfuerzo sobrehumano continúo aplicando crema, pero hace rato que ésta no se absorbe, noto las manos pegajosas, la espalda de mi novia está resbaladiza como el plástico y desprende un olor nauseabundo. Abro los ojos, una carcasa roja y pringosa entre mis piernas. Retrocedo, golpeándome con la nevera y tirando el parasol. El ser se gira, me sacude la cara con sus bigotes, me mira con esos ojos negros  y  pregunta. - ¿Se puede saber qué te pasa? – Miro a mi alrededor, soy el único humano, estoy rodeado de gambas de todos los tamaños y colores. Me desmayo.

No sé cuanto tiempo  paso inconsciente tendido al sol, pero tengo mucha hambre.  Me despierta un delicioso olor a gamba a la brasa.

FIN

jueves, 24 de mayo de 2012

Relato: Sin cobertura




Al consultar el importe de la factura de su nuevo móvil de  ultimísima generación, se sorprende al ver una cuantía incorrecta y servicios que no recuerda haber contratado. Llama a la compañía. Un hilo musical que contrasta absurdamente con su estado de ánimo le da la bienvenida.

- Ha llamado a atención al cliente de “aquí la compañía que elijáis”,  le daremos varias opciones escoja una: Consumo, pedidos, tarifas, ofertas,  información de su cobertura geográfica, información para autónomos - interroga la grabación con alegre tono servicial.

- Consumo –solicita paciente. La máquina responde confirmándole innecesariamente el valor de su factura, le pregunta si quiere algo más.

– Sí – contesta ofuscado.

– Elija una de las opciones: Consumo, pedidos, tarifas, ofertas,  información de su cobertura….

– Enojado exclama alzando la voz.- Operador – Se interrumpe la grabación y la voz contesta tomándose la libertad de tutearle - perdona, no te entiendo.

- ¡Operador! – repite.

– Nada, que no te entiendo. Si quieres que te atienda un agente di “agente”.-

-¡¡AGENTE!!-

- Has solicitado la asistencia de un agente, mientras esperas a que tu llamada sea atendida te informaré sobre las ofertas actuales… - Exasperado aguarda a que la máquina termine su soliloquio, tras unos segundos eternos contesta un “agente”, que no operador.

- Buenos días, le atiende Rodolfo, ¿con quién hablo y que puedo hacer por usted?- le pregunta con un tono propio de un autómata. Se presenta y le detalla a Rodolfo su problema con la factura, esperanzado tras hablar con un ser de carne y hueso capaz de empatizar con su situación.    

– Espere, le paso con facturación – Responde Rodolfo sin despedirse. De nuevo esa extraña música que embravece a las fieras.  

- Buenos días, le atiende Sandra, ¿con quién hablo y qué puedo hacer por usted?- Inspira una bocanada de aire en busca de paciencia y le repite a Sandra la explicación que unos instantes antes le ha confiado  al tal Rodolfo.

- ¿Podría facilitarme el número del terminal? – solicita mecánicamente, obteniendo por respuesta una ráfaga de nueve dígitos, disparados con furia. 

- La factura es correcta, usted tiene un bono 6 de 600 megas adicionales de internet, la tarifa del pato 30, en total son 36 euros - responde omitiendo el detalle de los impuestos. 

- Pero es que yo no he pedido ese servicio, ni he utilizado esos 600 megas extra,  tengo suficiente con los 300 de la tarifa plana.-

- ¿No le informaron en la tienda?- esgrime hábil la operadora.

Tocado pero no vencido replica: – Debe haber un error, el primer mes no me cobraron ese servicio, ni siquiera consta en la factura. -
Satisfecho con sus capacidades analíticas y creyendo su argumento infalible, aguarda la rendición de su interlocutora.   

- Es que el primer mes es gratis - confiesa  Sandra sin edulcorarle la derrota.

- Si no le informaron adecuadamente en la tienda, póngase en contacto con ellos para aclararlo y le rembolsaremos  la diferencia – continua ahora más piadosa – ¿puedo hacer algo más por usted?-

- No- responde- bueno, sí. Da de baja el bono 6- solicita.  

- Ya está hecho- el teléfono emite un pitido, más tarde verá el mensaje informativo sobre la notificación de baja del servicio.- Ahora le pasaremos una encuesta para evaluar la atención al cliente. Muchas gracias por su llamada - se despide.  Cuelga obviando la encuesta y se pregunta qué habría pasado si no hubiese recordado solicitar la baja del servicio – menudos rateros están hechos.-

Decide tomarse un descanso para calmar los ánimos. Se sirve un café y se fuma un cigarrillo, - ¿cuánto dinero habrán recaudado con despistados como yo?- realmente no recuerda si en la tienda le informaron de la caducidad de la gratuidad del servicio- llamaré, total por probar - decide.

Se acomoda en el escritorio y busca el número de teléfono de la tienda donde compró el teléfono, es un número de “tarificación especial”, de pago vamos. Tras unos minutos de espera, amenizados esta vez con un hilo musical digno de un músico de jazz, hasta las cejas de ansiolíticos, un contestador automático le informa que todos los vendedores están ocupados, que llame en otro momento. Su segundo intento resulta más fructífero.

- La casa del Celular, le atiende Paula – tras plantearle la cuestión y confirmarle sus datos personales la vendedora le informa de su contrato. – Sí, usted tiene el bono 6, la tarifa plana del pato 30 y el modem internet.

- ¿Perdón?, pero ¿qué modem?- pregunta sorprendido.

- En la tarifa que  contrató le regalábamos un modem usb para conectarse donde quiera a internet, lo tiene esperando en la tienda desde hace unas semanas. ¿Nadie le ha llamado? Los tres primeros meses eran gratuito, así que si no lo quiere llame a su compañía para darlo de baja, claro que le facturarán éste mes. –

- Dígame, ¿qué horario tiene la tienda? – pregunta con calma.

- Estamos a su disposición hasta las diez de la noche.-

-Bien, hasta luego entonces.-

Media hora antes de las diez se presenta en la tienda, recoge su modem “gratuito” y se despide de la risueña dependienta y de sus compañeros que aguardan ansiosos la hora de volver a casa. Ninguno de ellos se percata de que el desconocido sale sin la mochila que cargaba antes de entrar. Recorrida la distancia de seguridad, saca el contenido de su bolsillo, el modem y un mando a distancia de fabricación casera. Acciona el interruptor del mando, la onda expansiva destroza los escaparates de varias tiendas que le rodean. Tira el modem en una papelera cercana  y se encamina hacia delirante cruzada.